Bitácora de aislamiento. Día cualquiera: Tarde en la azotea

Bitácora de aislamiento. Día cualquiera: Tarde en la azotea

Empieza la segunda semana de aislamiento y comienzo el día muy temprano con clase de yoga. En realidad no es súper temprano, pero los horarios de cuarentena son muy extraños. Dado ese jet lag un poco inexplicable luego de la clase me quedo dormida en el sillón al lado de la esterilla mientras leo un libro de cuentos de Mariana Enríquez, una autora argentina que me recuerda mi vida en el conurbano bonaerense, y que me causaron alguna pesadilla anoche (pendiente escribir sobre ello).

Me despierto por segunda vez en el día y caliento unas lentejas para almorzar. Afuera hay sol, y adentro ganas de salir. Llevo bien el encierro en general, pero cuando hay sol primaveral en Sevilla el exterior llama.

Despues de las lentejas decido llevarme los cuentos la azotea y seguir leyendo sobre asesinatos y descuartizados en el primer cordon del conurbano bonaerense con un poco de sol dándome en la cara. Con mi lona de la mochila, el vaporizador con alcohol, las llaves y el libro salgo del piso.

La azotea está en el cuarto piso y es un espacio muy típico sevillano. La gente cuelga su ropa que dado el clima suele secarse rapidísimo. Las sábanas claras se interponen en la vista hacia la ciudad, y los rincones con sol representan los espacios mas preciados de este exterior tan limitado.

A lo lejos se ven las torres y las partes más altas de las iglesias, llego a ver una puntita lejana del puente del Alamillo, la Giralda y el vecino corriendo en su azotea cumpliendo con la actividad deportiva del dia.

Encuentro un espacio donde calienta el sol y hago mi compamento. Al abrir la lona me doy cuenta que todavía tiene hojas de la última vez que estuve en el parque. Lo siento tan lejano…

Fue hace dos sábados, quizás no sea tanto, pero cuando una está obligada a permanecer adentro parecen años.

Mientras leo y disfruto del sol, sobre mi cara verdosa de otoño, comienzo a escuchar una armónica que suena muy cerca. Rápidamente, a la armónica se le suma una guitarra y una voz ronca. Capta mi atención y no logro seguir con la lectura. La canción que suena me invade por los oídos, los ojos y el corazón. Suena como un ensayo, la voz y los instrumentos cortan de repente y vuelven a probar la letra y los acordes. Llego a entender algo así como Volveremos a recorrer las calles, volveremos a cantar, gracias a la solidaridad.

Mi primer impulso es googlear la canción, pero no la encuentro. Entonces, me autoenvío un mensaje de audio por whatsapp para poder volver a escucharlo. ¿Por qué esa manía de guardar las cosas para poder volver a ellas en lugar de disfrutarlas en el momento? No lo sé.

Hace unos pocos días encontré en la casa que alquilo una armónica muy vieja. Me alegró tanto encontrarla ya que siempre me gustó y extraño mucho la mía, que quedó en mi país y que por apego o no se por qué aun no compré otra, que al escuchar que alguien tan cerca podía hacerlo, me dio alegría. Imaginé clases desde azotea a azotea, como aprendizaje de confinamiento. Las clases mas extrañas que podría haber tenido.

Al terminar la canción, me acerco al borde de la azotea y aplaudo para llamar su atención. Era una persona real, alguien que hablaba y que podía hacer música, mucho más de lo que habia visto durante las semanas que llevaba de confinamiento solitario en mi piso.

—¡Muy buena!— le suelto para que descubra que tiene público —Estoy leyendo aca arriba y de golpe tu melodía llenó el silencio y me hizo muy bien.

El hombre mira hacia arriba sorprendido.

—¡Bueno, gracias! Estoy componiendo esta canción para cantarla en los bares cuando podamos salir, pero será solo una vez. Tiene fecha de vencimiento.

Conversamos unos minutos. Dice que a él le gusta otro tipo de música y para demostrarlo hace unas partes cortas de unos rocks mas pesaditos y divertidos. Graciosos. Habla de Sabina y, al notar mi acento, suma a su discurso que disfruta de muchos artistas argentinos. El primero que trae es Calamaro y me confiesa su admiración hacia él, no exactamente por su música, sino porque no lo pueden vincular políticamente con nada ni con nadie, él dice lo que piensa y ya.

Nos decimos adiós, agradeciéndonos el momento y cada uno vuelve a su micromundo de aislamiento social: él con su musica, yo con mis cuentos.

11 thoughts on “Bitácora de aislamiento. Día cualquiera: Tarde en la azotea

  1. Hay como dos gestos generales al restringir sentidos. Uno, como diría el tango se puede sintetizar en “acobardado como un pájaro si luz” y la otra posibilidad es agudizar los sentidos restantes y tomar posecion del mundo así chuecos de donde sea. Con la impronta de la creatividad. Tu relato da cuenta de la singularidad de lo que pasa a nivel global. Todo el mundo parece en mayor o menor medida perplejo por su interior. Es en un punto como si la pareja de toda la vida nos hubiera dejado llevándose la intimidad. Su falta más grave no es retirarnos el amor que nos tenían si no llevarse la intimidad. Ese manojo de certezas que nos hacían tan sólidos. Un poquito pasa por ahí la pandemia no muestra que la solidez que nos ofrecía la vida moderna era pasajera también. Y hay otro pulso más íntimo y sencillo que ensayar para un andar sin el casco del vértigo que propone la mundanidad citadina. Que ocurre en las terrazas en los rincones donde agazapada se esconden las armónicas para que distraídamente y en el secreto del aislamiento las besemos para sacarles música.

    1. Si, Die.
      La intimidad y el mundo interior de repente se nos vuelven salvavidas y lo mejor de eso es que nos unen a los demás porque, al final, lo malo lo vemos todos pero lo bueno que hacemos con eso es mucho más interesante.
      Gracias por tu tiempo, besos para los tres!

  2. Que lindo Dani!!! Me llevaste a Sevilla, pero con argentinidad jajaja.
    Te leo acá, desde la cuarentena quilmeña, en una “mañana” un poco pasadita también…Beso grande!!!

  3. Dani! Suena diferente el encierro con azotea y vecino cantautor. Y si además acompaña el sol…☀️
    Acá ya se instaló el otoño en las calles, cada vez más hojas y menos gente, respetando el escenario que nos exige este aislamiento.
    Pero ya ves, siempre está la posibilidad de sorprendernos con una armónica, con una canción…la vida misma!
    Lindo leerte.

  4. Hermoso relato!!! Me hiciste sentir allá, al lado tuyo, por un momento… muy simple y completo a la vez… como las vivencias que uno tiene en cuarentena…. donde el tiempo parece detenido…

  5. Regalo que recordaras siempre. Un mimo que da fuerzas para seguir. Que lindo leer tu trabajo Dani. Abrazo

  6. Ella es vida, sus ojos van volando, seguro que ese apego por la armónica ya lo estas soltando. En si creo que la armónica como forma de instrumento, tiene una melodía en su interior, algo para decirte. Ella simplemente te conecta con tu verdadera esencia. Sos una mujer valiente y hermosa, y tus letras me inspiran amor, tu armónica me vuelve a mi lugar, pero también me dice que es tiempo de volar, de despegar y de encontrar tu gran tesoro en este mundo, vos en todos nosotros, tu verdadera luz🌱🌅🦋🧡

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