Aventuras de verano
Un árbol en la costa, donde nunca estuvimos antes, me recuerda todos esos veranos que pasé en Mar del Plata durante mi infancia. La casa de enfrente a la nuestra estaba deshabitada, se le notaba la falta de cariño y, aun así, sus seis árboles con más años de los que podía imaginar seguían de pie pese al desamor que sufría ese lugar. Me encantaba treparme a ellos, subir rama a rama y sentarme en la parte más alta. Un…