El secreto de los ojos
—Te voy a mostrar algo y quiero que mires sin hacerte preguntas —le dijo, entregándole un pedacito de caña que acababa de sacar de una bolsa de tela blanca cerrada por un cordón. —¿Y esto? —Mirá por ahí, ya vas a ver. Se apoyó el tubito sobre el ojo derecho, dejando de lado toda posibilidad de contagiarse ese maldito virus que impedía el contacto entre personas. Las dos se quedaron calladas. Una miraba en silencio por el tubo, conteniendo la…