Estafada por Jo March

Alerta spoiler: Mujercitas
El Sr. Dashwood le dice claramente a Jo que si la protagonista de su novela es una mujer tiene que terminar casándose o muerta. La heroína soltera no vende. Así de claro, y así de cruel.
Y yo que, como muches que estábamos en la sala, había leído el libro (los libros) y que las conozco de memoria a las hermanas March tuve en mí la sensación de que Jo le iba a tapar la boca. Que su heroína abriría la escuela y valoraría su libertad más que cualquier sentimiento que le fuera impuesto por la Tía March, quien encarna una sociedad real y egoísta, llena de mandatos y tan profundamente instalada en nuestro (in)consciente.
Pero no.
Hace algo mas de un año que dejé mi Quilmes natal y vivo en Sevilla, España. No se hasta cuando, pero por ahora sigo acá y estoy bien. Fue clave haber salido de mi zona de confort para encontrarme con una verdadera yo que es mas tímida y le cuesta dejarse ver, pero que cuando no escucha la opinión de muchas personas alrededor se anima a salir.
Así es como desde hace muchos, pero muchos años, quiero cortarme el pelo corto, corto en serio, corto como varón pero hasta que no estuve a quince mil kilómetros de distancia no logré hacerlo. Y ¿por qué? Porque las mujeres usan pelo largo y porque le doy importancia a opiniones que nada tienen que ver conmigo. En mi trabajo me dijeron muchas veces que es más lindo llevarlo largo y planchado, porque a mis padres les gusta mi pelo largo, porque es mas femenino, porque si me lo corto voy a parecer un nene (el pelo se suma a mi metro sesenta de estatura y a mis muy pocas curvas). Por supuesto, no da cortártelo. Pero una vez lejos, viendo que soy sólo yo la dueña de mis actos y de sus consecuencias, escucho la voz de una amiga de esta nueva vida que me dice “Es simplemente pelo, sino te gusta te crece y si te gusta, te lo volvés a cortar”.
Claro, básico.
Ok, me lo corté.
Tuve una hermosa sensación de liviandad cuando no fue necesario peinarme. Veo una nueva yo en el espejo que busca ser un poco mas femenina desde otros puntos, de repente tengo pelo corto pero me maquillo un poquito, uso aros largos. No salí de la peluquería e inmediatamente mandé fotos a quienes sabia que no querían que lo hiciera, mandé a quien me había apoyado, porque sigo necesitando el apoyo aún sabiendo lo que quiero hacer. Eso se traslada a muchos ámbitos de la vida, pero no suma.
Jo se corta el pelo en la película, para venderlo y darle dinero a su madre para que vaya a atender a su padre que fue herido en la guerra. Me hizo sentir orgullo del tipo “Mirá a Jo, hace tanto años, ya se cortó la peluca sin ningún drama y vendió su pelo”, pero en la siguiente escena Jo llora desconsolada por la noche y su hermana Amy va a consolarla. El papá fue herido en la guerra, la mamá se fue con él pero ella llora por su pelo.
No, Jo. No.
Pasan unos minutos y volvemos a verla a Jo un poco depresiva: se siente sola porque sus hermanas se casaron. Ella escribe, tiene su vocación, viaja, quiere moverse pero se siente sola y se arrepiente de haber rechazado a Laurie que, claro, era el mejor candidato. Su amigo de la infancia y, obvio, rico.
Laurie se casa con Amy y a Jo se le rompe el corazón cuando se entera, pero no dice nada porque sabe que su hermana estuvo siempre enamorada de él y que ella lo rechazó. Le toca joderse.
Sobre el último rato Jo recibe la herencia de la Tía March. Se trata de su enorme mansión y ella, muy inteligente y siempre escritora, maestra, al servicio del conocimiento, transforma la hermosa casona en una escuela mixta.
Para ese momento su angustia por cortarse el pelo era, para mí, el símbolo de debilidad que podía arrojar a Jo a ser una mas del montón. Pero en algún lugar aun sentía que podría mantener sus aires de libertad y ser la que lleve el estandarte de la felicidad distinta de la construcción de una familia, pareja heteronormativa y hermosa. Eso me gustaba mucho. Me hizo pensar en Frozen y su “Libre soy” que por primera vez en una película de Disney esbozó un final que no requiere de la salvación de la princesa en manos de un príncipe azul, sino en el empoderamiento propio de Elsa y Ana.
Pero no. Jo, otra vez claudicaste ante el sistema.
En escenas que van y vienen en el tiempo, el editor del periódico donde publica sus relatos le dice nuevamente que la heroína no puede quedar sola. Debe casarse o morir. Y es allí cuando aparece el apuesto profesor neoyorquino en la casa de los March, muy oportunamente en una comida familiar donde están los padres ya juntos luego de la guerra y cada hermana con su pareja.
Ella, que aún mantiene que nunca irá tras un hombre, es la protagonista de la escena mas trillada del cine mundial: el final donde uno corre al otro a la estación de lo que sea para impedir que se vaya y repetir la idea “y fueron felices para siempre” que no es más que otra de las miles de mentiras que compramos y que después condicionan nuestra vida real, ya que eso no suele ser tan cierto.
Y bueno, así es como la deconstrucción y la modernidad destruye las historias que amábamos, desconociendo a los protagonistas, enojándonos con ellos. Realmente tenía en mi corazón la sensación que Jo, esta vez, iba a ser la que se la jugara por sus convicciones.
Pero no, claro. No vende.
3 thoughts on “Estafada por Jo March”
Me hiciste emocionar mucjo. Estoy feliz y orgullosa de tener la fortuna hermosa que me regalo la vida de conocerte!
Banco tanto ese corte de pelo y todo lo que trajo consigo!
Banca el corte de pelo a morir y también tu libertad y la madurez de esa mujer sensible y hermosa. No te olvides de Quilmes acá te queremos.