No todo el mundo tiene goma
Sevilla, febrero 2020.
Diario docente.
En la clase de cuarto grado Marina, una de las más estudiosas del curso, escribe regularmente una “Lista de problemas”. Por motu proprio hace algunas clases arrancó una hoja de su cuaderno, escribió ese título, subrayado con onditas y lapicera de brillo, y doblándola por la mitad la puso debajo del libro.
Yo, de pie cerca de ella, observé el movimiento sin decir nada.
Se trata de un grupo de siete estudiantes que rondan los diez años y asisten dos veces por semana a clase de inglés en la academia donde trabajo. Marina, una pequeña andaluza rubia, de ojos celestes, paletas grandes con simpático hueco separándolas, se siente confiada para guiar una relajación durante los minutos previos al ensayo de la obra de teatro que preparamos y para enumerar los “problemas” que hay en clase.
Al finalizar cada encuentro, la curiosidad se apodera de mí y muero por leer de reojo qué dice esa hoja. Un día, con la impunidad que la docencia brinda, me acerqué a ella mientras guardaba las cosas en la mochila.
—¿Qué tal la lista de problemas del día de hoy? —le pregunté, contenta de haberlo hecho y con muchas ganas de tomarle una foto a esa hermosa hoja.
—Bueno, hoy tuvimos dos: —contestó orgullosa desdoblando el documento para leerlo— “1. No todo el mundo tiene goma” y “2. La teacher no nos deja ir al baño si no terminamos la tarea”.
2 thoughts on “No todo el mundo tiene goma”
Jajajaja buenísimo dura la teacher jaja
Hasta último momento no supe si quería ser Marina o la curiosa docente.
Ganó Marina y la nostalgia de esa etapa subrayando con brillo.