Toda mi vida quise ser maestra.

Toda mi vida quise ser maestra.

Jugar con un pizarrón, tizas de colores, cuadernos, fibras, lápices, cartuchera, sellitos, corregir imitando la letra de la maestra, darle clases a todos los peluches, inventar maneras de clasificar palabras, leer en voz alta y tener una primer estudiante real cuando mi hermana vino al mundo, son muchos de mis recuerdos de infancia.  

Terminé la escuela y quise ser maestra, pero había que ir a la universidad, porque lxs maestrxs en mi país (y en varios otros) se mueren de hambre. Comprendido el mandato, fui a la universidad. Mientras que estudiaba di clases de todo: talleres, particulares, más talleres y más particulares. Terminé la carrera y había que conseguir un trabajo como la gente. Trabajé en relación de dependencia, vendí tarjetas, hice planillas, repartí volantes, atendí teléfonos, y siempre di clases.

Surgió el profesorado de mi carrera en la universidad, lo hice, trabajé de cualquier cosa, vendí de todo, y siempre di clases. Salía de la oficina que me aseguraba el sueldo a fin de mes y corría a la escuela a dar unas poquitas horas de inglés para despuntar el vicio. Con un trabajo estable, seguro, donde se supone que uno ya puede morir en paz, me anoté en el magisterio. Lo empecé, lo disfruté, amé cada día.

Toda mi vida quise ser maestra.

La vida avanzó y el universo me invitó a viajar, a la aventura, a moverme. España: viajar y escribir, un sueño hecho realidad. Sucedió, y ¿a que no saben qué? Di clases. Voluntariado para enseñar español a inmigrantes, suplencias en la escuela de español, academia de inglés para niños.

Toda mi vida quise maestra.

La pandemia nos azotó y el mundo se volvió loco. No podíamos (ni podemos, por aquí) salir como antes. Las aulas se volvieron online, la crisis económica nos sacudió. Tiré de la soga con los talleres de escritura y había más, y más. Gente con ganas de escribir, con ganas de pasarla bien, yo con ganas de hacer, de organizar, de reunirlos.

Toda mi vida quise ser maestra.

Qué pena tan grande que haya personas en este mundo (y todavía peor en un gobierno, y en un ministerio de educación) que vinculen este sentimiento cualquier otra cosa que no sea el amor. El amor mas profundo y leal, el verdadero, el que no se va, el que te salva en momentos de crisis y el mismo que te hunde.

Jueguen a la maestra, se los recomiendo muy mucho.

3 thoughts on “Toda mi vida quise ser maestra.

  1. Vendiste tj, hiciste amigos con relación casi de dependencia 🙂
    Qué bueno que quisiste ser maestra 🤗

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