¿Cómo comer un Capitán del Espacio?
En Quilmes tenemos muchas cosas características, pero hay una que cualquier quilmeño o quilmeña siente en lo profundo del corazón y esa es disfrutar un alfajor Capitán del Espacio.
- Apreciación personal:
Me resulta inevitable, después de haber estado un par de años fuera de mi ciudad, que ir a un quiosco y comprar uno con esa sencillez, cotidianeidad, sin necesitar que alguien viaje y traiga, que llegue aplastado, que sean muchos y que haya que compartirlo porque tener dos sea un lujo, me llene de emoción.
La fábrica de Capitán perfuma el barrio desde que tengo recuerdo y nunca me voy a olvidar cuando empecé la facultad en Buenos Aires y en el primer recreo fui a comprar el capitán reglamentario, el de cada uno de los recreos de lo que llevaba de vida académica y, con una crueldad inusitada, me enteré de que no había.
Tuve que comprar Jorgito.
El Capitán del Espacio es Quilmes, es conurbano bonaerense, es casa, es compartir en la vereda, es decirle “un Capitán negro” a quiosquere y que no haga falta más.
Es tan o más quilmeño que el mono de Kapanga, que la cervecería, que el paseo por el río. Las papilas gustativas lo necesitan, lo piden, lo exigen.
Hoy les quiero invitar a compartir las sensaciones de comer uno, degustarlo, disfrutar cada pedacito.
- Paso a paso:
Para empezar, resulta fundamental regalarle unos minutos de heladera antes de comerlo, sobre todo en estos tiempos veraniegos. De esta manera, aseguramos que la cobertura de chocolate tenga la mejor consistencia posible. El envoltorio tiene el mismo dibujo desde que recuerdo. Claramente, un astronauta (un Capitán del Espacio) sonriente y feliz, con un casco y antena sospechosamente inútil pero simpática.
Al abrirlo, es casi obligatorio meter la nariz en el paquete y sentir ese olor a tapas de chocolate rellenas con dulce de leche. Es una inhalación profunda y sentida, que llena los pulmones de azúcar y felicidad.
Al sacar la primera mitad del paquete, manteniendo la segunda adentro para sostenerlo, se puede comer con mordisco amplio incluyendo las dos tapas y el relleno, o bien ir de a mordisquitos en las tapas. Están los más tímidos que comen de a poquito, inclusive rodeando el corazón de dulce de leche sin tocarlo, y hay quienes abren sin miedo y desde la primera mordida disfrutan de cada parte.
De a poco, se va empujando la mitad que quedó en el paquete. De esta manera, va saliendo a medida que le toca el turno de ser comida causando, quizás, que alguna parte del paquete se infiltre en la mordida. (Estoy segura de que sus creadores tuvieron en cuenta este detalle y por eso el envoltorio no se deshace tan fácilmente).
Al finalizar todo ese medallón de chocolate, el último paso es agitar la parte de abajo del paquete para que todas las migas que quedaron se reúnan en uno de los ángulos inferiores. Luego, cuidadosamente y sin que se empiecen a caer, se acerca el ángulo opuesto a la boca, elevándolo de a poquito y golpeando con mucho cariño se logra que cada pedacito llegue a ser comido.
Con ese irremplazable final, se le pone un broche de oro la experiencia inolvidable de comer un alfajor Capitán del Espacio.
3 thoughts on “¿Cómo comer un Capitán del Espacio?”
Fantástica descripción…fui punto por punto…sólo me faltó tener la maravilla en mis manos para disfrutarlo totalmente.
Sólo para entendidos e iniciados…
Te quiero Dani estoy a dieta y me hiciste comer uno el mejor del mundo El Capitán del Espacio ( a mí me gusta el blanco ) gracias.
Que orgullo !! Y cuánto misterio encerró siempre su comercialización !!
Desde un dueño( que falleció hace poco ) reñido con la fabricación a gran escala, hasta una competencia feroz que no lo dejaría hacerse conocer en Capital, por ejemplo … historias de este Capitán, que ruedan cuando se comparte su dulzura …. Gracias Dani !!!