Zoom
En la provincia de Buenos Aires, al sur de su capital y al lado del mar, en la ciudad de Pinamar, a unas pocas cuadras de la terminal de micros, en el cruce de las calles Valle Fértil y De las Medusas, subiendo dos escalones en la vereda, en el edificio que está exactamente en la esquina, en el piso 3, en el departamento 10, por la parte más alta de la pared contigua a la puerta de entrada, encima del mueble de la tele, llegando al hueco del aire acondicionado, tienen la entrada las hormigas que arrasan con la alacena. Se llevan las migas de todo, entre ellas una del pan de la hamburguesa que cené ayer.
Las hormigas marcan un largo y constante camino de entrada y salida, atravesando el piso, el techo, los estantes y la mesada. En la vuelta al hormiguero cargando la miga del pan de la hamburguesa que comí ayer, una de ellas sufre un fuerte ingreso de viento por la ventana abierta y la observo caer desde la pared hasta el suelo. Enseguida recupera su paso, sin haber dejado la miga del pan de la hamburguesa que comí ayer que, por supuesto, la dobla en tamaño y retoma su camino. Algo desorientada sale por la ventana.
La observo en su camino rápido por la ventana del departamento, bajar por un camino recto, pasando por la ventana del piso 2. La creí mareada hasta que logré ver en el perímetro de la ventana de abajo otro camino de hormigas apuradas y organizadas, camino al cual la que llevaba la miga del pan de la hamburguesa que comí ayer se suma con total naturalidad.
Con medio cuerpo fuera de la ventana siguiendo el camino de la hormiga, decido cerrar y bajar para esperarla abajo. Me apuro por el ascensor para alcanzar su recorrido. Aún no bajo los dos escalones que llegan a la vereda, pero logro ver el camino de hormigas que pasa por el perímetro de la ventana del segundo piso. Todavía no diviso a la hormiga que lleva la miga del pan de la hamburguesa que comí ayer, pero confío ampliamente en su constancia.
Pocos segundos pasan y no me desanimo. Allá viene la hormiga, bajando, con su carga en la espalda, aprovechando el viento para cortar camino, segura y al frente.
Escucho la puerta de entrada del edificio abrirse nuevamente. La vecina del primer piso baja con sus dos hijos y con la perra. El nene lleva una pelota, la patea, la hace rebotar contra la pared, contra el camino de las hormigas, me desespero, intento avisarle que no lo haga, presiento una tragedia, todo el esfuerzo ¿para qué?
_Baaautiiiii… ¡no tires la pelota contra la pared que se marca!
La marca dejó el sello de la muerte. El arma letal, totalmente impune por la ignorancia del desastre. La constancia y el trabajo minucioso desaparecido en la pared. Ni siquiera quedó su marca.
One thought on “Zoom”
Pobre hormiguita que llevaba la miga de la hamburguesa comida la noche anterior…y todas sus amigas afectadas por el pelotazo de Bauti…