Un hallazgo
Como ustedes ya saben, mi vida se volvió algo nómade en los últimos tiempos y uso este espacio para compartir las cosas que vivo y otras muchas de las que la literatura me invita a vivir.
Durante los últimos dos meses, en el verano europeo, habité una casa en un pequeño pueblo en las afueras de Valencia, España. En ese espacio sucedieron muchas cosas mágicas, y una de ellas tuvo forma de tesoro hallado en el depósito de limpieza donde, dado mi trabajo, pasaba muchas horas.
Hoy, quiero compartirles la carta que encontré, en mi afán de leer todo lo que llega a mis manos, en esa última casa que me alojó.
Jorgelina, Agosto 2020
Tu nueva casa, cualquier día que encuentres esta nota.
Querido próximo habitante de mi casa:
Supongo que en algún momento vas a encontrar esta primera nota. Discúlpame que no la dejé muy a la vista, pero creo que si llegaste hasta este rincón del garaje es porque ya conocés los recovecos y es un buen momento para que sepas lo que tengo para contarte.
No me voy a presentar, comprenderás, pero te voy a dar una información que te va a servir seas quien seas. Supongo que habrás notado que al lado de la parrilla está mi plantación. Es mi más preciado tesoro pero esta gente no lo puede comprender por lo que entiendo que, más tarde o más temprano, terminarán con ella, o conmigo, o por lo menos con mi estadía aquí.
Lo más importante que debes saber es que seguirán creciendo. Puedes armar tu huerta del otro lado, exactamente en frente, donde está el gallinero, lo más alejado de la zona que te comento.
Por allí saldrán calabazas, tomates, aloe vera, las aromáticas que quieras plantar y las que no, también. La tierra es realmente débil y árida pero con paciencia, tratamiento, y mucho amor podrás tener lo que quieras. Esta casa te va a dar de comer, de fumar y de amar toda la vida si la cuidas bien.
Yo ya me habré ido, pero mi legado queda aquí y si ya estás encariñado con este hogar, podemos compartirlo.
Probablemente hayas notado que con regularidad las mismas personas se acerquen a la puerta. Ellos saben donde está lo que les corresponde y en general dejan lo que tienen que dejar en el buzón que está en la puerta, pasan y se llevan los paquetitos que armo y les dejo escondidos en algún lugar del jardín.
Es un juego, una marca personal. Mis clientes saben que mi mercadería es buena, impecable, la mejor de la zona, y por eso tienen que poner un poco de ellos para llegar a tenerla. Me divierte verlos desde la ventana del segundo piso revisar entre los yuyos, levantar la mesa, pasear en silencio por el pasto. Siempre luego de cinco o diez minutos lo encuentran, pero ese rato lo disfruto muchísimo. Esconderle sus raciones es casi tan apasionante como cuidar la plantación.
Vas a ver que a principio de mes vienen Roberto, Sandra, Mario y Luciano. Les vas a decir una y otra vez que ya no vivo ahí, pero ellos van a seguir yendo, porque era parte del juego de escondidas el irme cada tanto. Aunque esta vez sea de verdad, ellos van a desconfiar e insistir. Quizás revisen el jardín, quizás no entiendas bien que buscan. No te asustes, ellos solo tomarán lo suyo y se irán.
Lo que te voy a pedir es que si te dejan alguna colaboración en el buzón, la reinviertas en continuar dándole vida a esas plantas y felicidad a esa gente. Personas como vos y como yo son todo lo que tienen.
Dejo cartas como esta a lo largo y a lo ancho de la casa. Quizás algunas las encuentre otro futuro dueño, o inquilino, u okupa. Esta es la que más cercana puse, para que sea la primera que encuentres y no haya pasado tanto tiempo de mi partida.
Esconder cosas es mi marca personal, creo que ya te lo comenté, por lo que mientras dure tu vida en mi casa… digo… en tu casa me iré haciendo presente en forma de notas, de paquetitos de flores que fueron quedando por ahí y de visitas de mis clientes que, acostumbrados a mis formas. No aceptarán rápidamente que me fui de verdad.
Bienvenido a casa, ojalá que la disfrutes tanto o más que yo.
One thought on “Un hallazgo”
Siempre haciéndonos viajar en cada cuento hacia dónde estás es sentir que está pasando mientras te leo